domingo, 29 de noviembre de 2009
Se llama sueño, esa chispa que brilla en los ojos de los condenados, sí, sueño.
Sueño feo y sucio, recién manchado de jugos gástricos.
Que el viento ya lleva mucho tiempo llevándose mis palabras, y la palabra harta va perdiendo valor con forme pasan los días.
Días en los que Laia muerde, estira, y duerme dándome calor en los pies, todas las noches.
Frío.
martes, 7 de julio de 2009
JJ.K (cargado, por favor)
Cada golpe de calor no es si no un recordatorio de lo sucia que está eso que tengo por alma, que sabe a café hervido y tabaco negro.
El verbo necesitar se me queda corto para tanto improperio, tanta tontería.
Nunca ha sido tan duro no tener consciencia de lo duro que puede ser no querer estar, ni hablar, ni ver, y mucho menos sentir.
El melodrama propio de un amargado, y ese soy yo. Juan Fisterra.
Un amargado con todas las letras, si algo he tenido siempre son letras. De ésas tengo a pares, eso sí, no me las pidas con significado, ésas llevan un precio extra. Una cantidad adicional.
Y es que hasta el sentido tiene un precio.
Y más cuando el precio lo pongo yo sobre ese tipo de letras, porque solo las tengo de vez en cuando.
Ojalá pudiera escapar de aquí, ir lejos, tan lejos que no supiera a cuanto queda de donde estoy ahora. Es lo único que le pido a ese dios que me ampara cada noche bajo mis súplicas paganas. Ya lo decía mi señora madre: ''no puedes ser tan sinvergüenza''. La verdad es que sí, si que puedo, y no paro de demostrárselo a este jodido mundo. Soy un puto sinvergüenza.
Es lo bueno de las palabras, lo que os comentaba varias líneas más arriba; las tengo de todas las clases, y tan solo me hace falta cambiar de prefijo para que me vengan al dedillo.
Las personas careceremos de muchas cosas, pero siempre hay una palabra para cada uno.''
jueves, 21 de mayo de 2009
A cada rato.
sábado, 28 de febrero de 2009
Hoy, mañana, siempre.
domingo, 22 de febrero de 2009
Escribo. Luego existo.
lunes, 26 de enero de 2009
Prosa para dementes
Me gustaría invernar entre comillas, comas y puntos seguidos, saber de la necesidad que me producen las palabras y de la cobardía que me produce el nombrarlas. Restregar el tópico del café por todos los bares que encubren almas solitarias dispuestas a no dormir. Y romper todas las cadenas de frases consecutivas que vomito como si de vómito se tratase. ¿Tantas preguntas para una sola respuesta? O quizá es que no sepa arraigar un tema de consideración popular.
Yo solo sé que me pesan los parpados como si de yunques se tratasen, que me tiemblan los pies al andar y las rodillas al sentarme, que me duelen los oídos de tantas notas y de escuchar tan poco, que el qué se me queda corto, y que sólo duermo por seguirle fiel a las costumbres. Y tú no puedes estar entre ellas.”