sábado, 1 de noviembre de 2008

Tu sombra es alargada


Sangran las calles cuando pienso, lloran cuando siento. Y si no lo hago, muero. Es la pena que cumplen los que pecan por autodestrucción, los que viven por y para una causa perdida, o no perdida, simplemente se basan en el drama que rige sus vidas. Quiero perderme entre lo que no tengo, sentir todo lo que no me dicen, y de lo que me digan oír poco. Te quiero a ti ignorancia infiel, porque te muestras cuando no debes y cuando te busco estás ausente. Siente lo que fotografío, porque es lo más hermoso que sale de mí, lo único fuera de tu alcance que te puedo ofrecer, y además, porque hablo en imperativo. Para que nadie me haga caso, no importa, esa es otra de mis costumbres a la que ya estoy acostumbrada, pero tampoco me quita el sueño. Pocas cosas me lo quitan. Pues es el único camino hacia la nada. Y eso es lo que quiero, nada, y de entre nada ahogarme en los charcos formados por tus lágrimas, yo ya no lloro. Enamóreme de los huecos de carretera por donde se cuela el agua recién caída, y que hacen, sin que te des cuenta, que tu sombra sea alargada, que tu recuerdo se mezcle con el tono áureo que proyectan las farolas.
Me duele, una vez más, lo que tú hiciste que latiera, para acallarlo con sendeces.

No hay comentarios: